jueves, 6 de mayo de 2010

Un pequeño viaje (Parte Dos)

Los bombardeos llevaban ya, más de una hora. No sabía si alguno de mis amigos y compañeros del batallón estaban vivos, o habían volado en mil pedazos. No sabía cómo, había tenido la suerte de que en mi trinchera, cavada a medias no había caído ningún proyectil. Una sensación mezclada, entre el frio y el miedo, me había hecho tiritar desde que comenzó el bombardeo, y no me había dejado darme cuenta, de que había mojado mis pantalones. El ruido es espantoso, más que el horrible sonido del estallido de cada bomba, todos podrían creer que eso es lo peor, pero no, lo peor es el horrible y sepulcral silencio, luego de cada estallido, no hay gritos, no hay quejas, solo silencio, es eso lo que me hace sentir más pequeño, más insignificante y mas solo, en mi pequeña y húmeda trinchera.
Estando agazapado en la trinchera un pequeño recuerdo pasa por mi mente, me doy cuenta de que nunca he sido un hombre de plegarias, mucho menos de ir a la iglesia o andar cantándole a “Dios”, de hecho, desde niño nunca he creído en la existencia de “Dios”. Cuando mis padres me llevaban a la iglesia, no tardaba en quedarme dormido y siempre buscaba maneras de ridiculizar y reírme de la gente que si creía, les hacía preguntas capciosas para ver si realmente creían de corazón o solo era cosa de familia, la mayoría de las veces fallaban la prueba.
Sin embargo, en este momento tan espantoso y horrible, donde puedo volar en mil pedazos, me acuerdo de “EL”. También recuerdo un camarada de apellido O’Ryan o algo así, que cada vez que se lanzaba al asalto decía algo parecido a “Dios mío atrápame, hoy dormiré en tu gloria”, y cada vez que mataba a alguien decía “Dios mío apiádate de su alma”, lo encontraba ridículo, de hecho sigo encontrándolo tonto e inútil, pero en este momento, tan crudo, tan peligroso, me acuerdo de Dios y empiezo a orar, le pido que me proteja, que no me deje morir, que haga que esto termine pronto.
De pronto siento un impulso, algo que me ínsita a salir corriendo, pero lo dejo pasar, el bombardeo ha terminado, otra vez el silencio es horrible, no sé cuanto duro el bombardeo pero a mí se me hizo eterno. Reanudan el bombardeo, escucho el estallido de una bomba cerca de mi trinchera, luego de unos segundos, fue lo último que escuche.