domingo, 7 de febrero de 2010

Recuerdos de un viajero

El viento empieza a ser más helado, la ultima brisa del verano, las hojas muertas, empiezan a caer del árbol que las sostuvo por un tiempo tan prolongado.
El otoño ha llegado, y con el todos los recuerdos amargos de un año que ya se fue, y se llevo con él, todo lo que fue importante para mí. Cansado del aire puro de un último día de verano, me pongo en camino hacia la posada que durante estos últimos días ha sido mi casa.
Lentamente camino hacia la posada, sumergido en mis pensamientos, tan concentrado y a la vez tan distraído. Quizás, todo sea para mejor como me han dicho aquellos que han intentado acercarse a mi desde un punto emocional, no lo creo así, la vida nunca ha sido justa con nadie, porque sería yo la excepción a la regla.
Recuerdo la vieja aldea, sus aromas, la cara de la gente que decidió vivir en paz, su clima, nevada en invierno, florida en primavera, ese ambiente tan tranquilo de aquel lugar al que muchos denominábamos hogar.
Sumergido en mis pensamientos nostálgicos, empiezo a sentir un gran pesar, que me lleva a sentarme a los pies de un gran árbol que aun no pierde sus hojas, no sé qué tipo de árbol es, nunca me interesaron esos temas, cuando uno es un soldado, solo se necesita saber para qué sirve una espada, un arco y una flecha, todo lo demás pasa a ser inútil. Sentado a los pies del gran árbol, me dispongo a cerrar los ojos para descansar al menos por un corto periodo de tiempo.

-¡Tristán! –Alguien grita- ¡Tristán!

-¡¿Qué?! –Intento decir pero mi vos no sale- solo se oye un sonido apagado como si algo me estuviera tapando la boca

-¡Tristán! –Es mi pequeña hermana la que me llama tan desesperada- ¡Tristán!

-¡¿Qué?! –Intento decir de nuevo pero mi voz sigue sin sonar y me empiezo a desesperar- ¡¿Qué ocurre Wendy?!

De pronto la veo, es ella quien corre hacia mi gritando mi nombre, corre como escapando de algo, de pronto, ya no es mi querida hermana la que corre hacia mí, su piel se desgarra y cae al suelo junto con su ropa, es una bestia, hambrienta la que corre hacia mí, sus ojos, muestran el más puro odio

-¡Tristán! –Vuelve a decir, pero esta vez su voz es ronca y gutural- ¡Sálvame Tristán!

De pronto todo desaparece, y estoy nuevamente sentado bajo el árbol, mi respiración ha aumentado, había sido una pesadilla, una más que se uniría a las miles que he tenido durante el último año. Una más, que tenía que ver con aquel día en el que mi vida, mi familia y mi felicidad me fueron arrebatadas, y no pude hacer nada para evitarlo.
Estaba tan sumergido en mis antiguos y amargos recuerdos, que no me percate cuando una mujer me hablaba, me preguntaba que me ocurría, si estaba bien.

-¿Estas bien? –Volvió a preguntar- ¿Por qué no respondes?

-Hm –Fue todo lo que pude decir en ese momento-

Sus ojos, azules como el zafiro se abrieron al oír mi voz, se quedo esperando, tenía su cabello suelto, era castaño y le llegaba hasta la cintura, su cara parecía tallada por algún hábil escultor y tenía un pequeño lunar bajo el ojo izquierdo.

-No… no estoy bien –Dije al fin- tuve una pesadilla, pero, supongo que ahora si estoy bien.

-Oh –dijo ella- me alegro de que te encuentres bien ahora, dime ¿Cómo te llamas?

-Me llamo, Tristán –estaba dándole mis datos a una completa extraña- ¿y tú?

-Me llamo Isabel –Dijo, al momento en el que sonreía y mostraba sus perfectos dientes- tengo veintiún años, tu ¿no eres de este pueblo cierto? Te he visto un par de veces, solo ahora me atreví a hablarte

Luego de decir la última frase, se sonrojo.

-No… -Empecé a decir- no soy de aquí, solo estoy de paso, quizás me vaya mañana

-Vaya… que lastima –Su cara cambio y mostro desilusión- supongo que, perdí mucho tiempo, debería haberte hablado el primer día que te vi.

Seguía sin entender la mitad de todo lo que me decía, pues seguía sumergido en mis antiguos recuerdos, me conto sobre su vida, logre escuchar que vivía en una pequeña casa en la colina, que había tenido dos hermanos pequeños pero que habían muerto el invierno pasado a causa del frio, lo demás no lo retuve. Termine sin darme cuenta invitado a su casa para la hora de la cena, ya estaba oscureciendo y el cielo se tornaba rojo y los lobos empezaban a aullar, lobos.
Estuve casi toda la cena sumergido en mis pensamientos cuando de pronto una pregunta hecha por el padre de Isabel, capto mi atención de la peor forma:

-¿Cuál es tu historia Tristán? –Dijo el padre de Isabel cuyo nombre era Stephan- ¿Cómo viniste a parar a este pequeño y tranquilo pueblo?

-Padre –Empezó a decir Isabel- No creo que se correcto preguntarle por su pasado cuando apenas lo…

-No importa –Interrumpí a Isabel- Si de verdad quieren oír mi historia se las contare, pero les debo decir, que hasta ahora no tiene un final feliz, y no es para nada agradable de escuchar.

Ellos asintieron con la cabeza y me dispuse a contar mi historia, pero obviamente debería empezar por el principio.
Todos nos dirigimos hacia la parte de la caza en la cual había un pequeño fogón prendido para calentar el ambiente. Me senté, prepare mi pipa con lo último de tabaco que me quedaba, la prendí y me dispuse a contar la historia de mi vida.

“Nací en un pequeño pueblo del norte del país, me crié en una pequeña casa al lado de un río, en invierno aquel río se congelaba y había que hacer hoyos en el hielo para poder pescar, el punto es que tuve una niñez muy tranquila, aprendí a cazar a temprana edad al igual que aprender a usar el hacha y la espada. Aquella aldea era hermosa, en primavera las flores inundaban los campos al punto de que la hierba no se veía, y en invierno la nieve cubría todo con su manto blanco. La población de aquella aldea no superaba las cien personas, de los cuales solo 53 éramos hombres en la edad de combatir”

Hice una pausa al ver que el tabaco de mi pipa se había acabado, en ese momento Stephan se paro y volvió con una bolsa de tabaco que me ofreció, la acepte con gusto, llene la pipa de nuevo, y mientras la prendía continúe con la historia.

-Me saltare un par de años de adolescencia cazando y pescando y pasare a lo importante.

“Al cumplir los diecinueve años ya era considerado un hombre en la aldea, y muchas de las familias me ofrecían las manos de sus hijas en matrimonio, acepte a una, su nombre era Isabella”

-Cuando dije esto el padre y la madre miraron a Isabel y rieron, ella se sonrojo.

“Acepte casarme con Isabella y ella acepto casarse conmigo, yo la conocía desde que ella era pequeña pero aun así, debíamos esperar a que ella cumpliera los dieciocho años, era una vieja tradición de la aldea, y ella aun tenia trece, faltaba mucho tiempo. Los años pasaron y fuimos lo que se denomina como prometidos por cinco años, cuando ella cumplió los dieciocho, le pusimos fecha a la boda, yo para ese entonces consideraba que mi vida era perfecta y nada la podría estropear, el verano estaba terminando y decidimos casarnos en primavera, pues se creía que los casamientos en otoño e invierno, siempre acabarían mal. Sin embargo, un día de otoño nuestra aldea fue invadida. Todo aquel que estuviera en edad de combatir fue tomado prisionero, vi con mis propios ojos, como mataban a Isabella y a toda mi familia, incluida mi pequeña y amada hermana, Wendy.”

Hice una pequeña pausa, le di una pitada a la pipa y continué

“Me tomaron cautivo y me hicieron caminar por muchos días, mi corazón estaba roto y todas mis expectativas de lo que era la vida, para mí ya nada tenía sentido, por lo que decidí atacar a un soldado, si tenía suerte, me matarían, y fue exactamente lo que pasó. Mate a un soldado cortándole la cabeza con su misma espada, otro soldado estuvo a punto de matarme pero el capitán lo detuvo, dijo algo en un idioma que yo no conocía. Luego de esto me vi a mi mismo en un acantilado, en el fondo se veía el mismo río que se congelaba, pero aun no se congelaba, seguía siendo un río normal, el capitán dio la orden y fui arrojado al río”

Cuando termine de contar esa parte de la historia todos seguían mirándome como si yo fuera un muerto viviente o algo así, un fantasma, aclare mi garganta y volví a empezar

“Cuando caí al río lo único que yo quería realmente era morir, pero hubo algo que no me dejó algo superior que me sostuvo y me hizo flotar hasta que quede en un vado, fue ahí donde me encontró un viejo ermitaño y me cuidó. Cuando mejore le di las gracias al ermitaño y empecé a vagar, me aliste como mercenario y participe en varias batallas, cuando ya había conseguido suficiente oro como para vivir sin pelear ni trabajar deje mi trabajo de mercenario. Fue ahí cuando empecé a vagar de pueblo en pueblo, atormentado por mis recuerdos, y fue así como llegué aquí”

Me sentía extrañamente en familia en esa casa, el padre se paró y me dijo que si quería me podía quedar con ellos un tiempo, no acepte pero el insistió por lo que termine aceptando, llevaba ya dos meses con ellos cuando Stephan se acercó a mí.

-Sabes Tristán –Dijo- En el tiempo que has estado aquí hemos, Gretel y yo, hemos aprendido a confiar en ti, hemos visto que eres un hombre recto y honorable, y nos gustaría que aceptaras la mano de nuestra hija en matrimonio.

Realmente no me esperaba eso, de todas las cosas que me podía decir, esa era la que menos esperaba. Me agradaba la idea Isabel era una mujer muy hermosa pero no podía aceptar, sin sabes que pensaba ella.

-¿Qué opina Isabel de esto? –Dije- ¿Le han pedido su opinión?

-Si –Afirmó- Ella, fue quien nos dio la idea a su madre y a mí, ¿Sabes? Es nuestra única hija, y han pedido su mano incontables ocasiones, pero como es nuestro bien más preciado, no podemos pasar por alto sus deseos.

-Si ella está de acuerdo… -Pensé lo que diría- acepto, acepto casarme con Isabel

La cara de Stephan se ilumino por la alegría y me abrasó dijo que prepararía todo para la ceremonia de compromiso
Salí a caminar por el pueblo, y volví a sentarme bajo el mismo árbol en el que había conocido a Isabel, cerré los ojos y me dormí. Cuando desperté me di cuenta que no había tenido pesadillas, lo cual era un cambio muy grande.
Cuando regrese a la casa, Isabel estaba sentada afuera, cuando me vio corrió hacia mí y me besó. Quizás, esto que siento, sea felicidad, no sé cuanto dure, no sé si en algún momento se acabe, solo sé que por ahora, soy feliz y me gusta que sea así.

martes, 2 de febrero de 2010

Un pequeño viaje

Vagos eran los recuerdos que poseía, solo me encontré de pronto tirado en el suelo. Intentaba recordar pero había un vacio en mi mente como cuando sucede algo traumático que luego es imposible de recordar porque el cerebro te protege, bloqueando aquellos recuerdos no gratos.
Al cabo de un rato, me di por vencido, no recordaría nada por lo que decidí pararme, de pronto me di cuenta que no veía nada.

-¿Dónde estoy? -Me dije a mi mismo- ¿Hay alguien ahí?

El eco resonó, como cuando se grita en una bodega vacía, tan grande nunca me había sentido tan solo. Seguía sin recordar nada tampoco veía nada, mi vista estaba oscura, solo veía una inmensa oscuridad. De pronto, algo cambio, empecé a oler algo, un aroma, agradable.
-¿Qué es ese olor?- Seguía intentando adivinar que era- Son... ¿Rosas?...no... Es... Miel... si es miel estoy seguro...

-Sí, es Miel- Dijo alguien a mis espaldas- lo que hueles, efectivamente, es miel, pero también son rosas.

-¿Quién eres? -Dije al momento de voltearme para verlo- eres... hermoso

Y si... realmente lo era, su cara, parecía la de una muñeca tallada por el más hábil
Escultor, su cabello, dorado como el oro, le caía un poco más abajo de la barbilla, era el ser más hermoso que había visto jamás.
El no respondió mi pregunta, se limito a mirarme con una cara que refleja, una, mezcla de pena, con misericordia, y como si estuviera por hacer algo que realmente no quería.

-Realmente -comenzó a decir- no tiene importancia quien soy yo, soy solo un mensajero, has de saber que no has cumplido tu propósito mientras estabas en vida, no fuiste malo pero no eres digno de descansar en la morada de Dios, no eres digno de entrar al cielo.

Todo empezaba a tener sentido, no recordar nada, llegar a un lugar que huele bien y
Encontrarme con el ser más hermoso que había visto hasta el momento, un... Ángel...
Y además me decía, que no entraría al cielo, eso sí es una mala noticia, estoy muerto, y me iré al infierno, a sufrir por toda la eternidad, que triste destino.

-Debes irte de aquí -Dijo el ángel- tu presencia perturba el ambiente de paz y de amor que reina en este lugar, lo siento

En el momento que el ángel pronuncio esto fui cegado nuevamente, sentí como me movía a gran velocidad, sin embargo yo no me movía, algo me movía, y me llevaba a un lugar muy lejano pues el viaje duro largo rato.
De pronto, capte un nuevo olor, era un hedor, casi insoportable, como cuando uno deja un pescado en agua, y este se pudre, luego al abrir el recipiente en el que se encuentra el olor es algo insoportable, este hedor, podría haberle hecho sangrar la nariz a cualquiera y hacer que la persona menos asquienta del mundo, tuviera arcadas.

-Ese olor -comencé a decir- huele a una mescla, de azufre, putrefacción y otras muchas cosas.

Se escucho una risa, no sabía de donde provenía pero mi vista me fue dada nuevamente, pude ver grandes pedruscos rojos, lava, en un entorno totalmente obscuro, sin embargo, el ambiente no era para nada agradable, se escuchaban gritos de dolor, por todas partes, risas guturales, sonidos de látigos.
Me voltee, quizás quien se rio estuviera detrás mío como en la primera instancia con el ángel.
Lo que vi, fue prácticamente igual, y a la vez muy distinto, nuevamente un ser hermoso, sin embargo en su cara, había algo, algo que no puedo explicar, un "no sé qué", podría ser odio, o mirada de envidia antes de que yo hablara levanto la mano, para callarme.

-Hola mortal -Fue lo que dijo, su voz, al igual que sus ojos, daba miedo- ¿se puede saber que haces aquí?

-Es...-comencé a hablar pero mi vos se quebraba- es eso lo que quiero saber...

-¿Sabes donde estas no es así? -Dijo con un tono amenazador, al ver que yo no respondía, agregó- Estas en el infierno

-Pero... ¿Por qué? -Vamos, recordaba no haber sido la mejor persona del mundo, pero tampoco era tan malo- fui... ¿tan aborrecible?

-La verdad es que no - Dijo el- no tienes que estar aquí, tú tienes asuntos pendientes, sin embargo ya has visto esto y probablemente te vuelva a ver en un par de años

Rio nuevamente, luego me dijo que me largara, y fue lo que hice, volví a caer en un lugar desolado, un desierto no tenía ni idea de donde estaba, ¿quizás nuevamente en la tierra? , ¿Todo había sido un sueño?, no, no fue un sueño aun tengo el dolor en la nariz por ese asqueroso hedor, tengo que llegar a algún lugar, donde pueda averiguar cómo morí y cuál es mi asunto pendiente, no quiero volver a ese lugar, era horrible...

Una historia mas vieja que nosotros

¿Por qué vivir en las sombras?
¿Por qué ocultar mi existencia?
Si mis ancestros eran libres, ¿Porque yo no lo soy?
El mundo ahora lo dominan ellos, o al menos eso creen
Han de seguirme si saben que existo, intentaran cazarme
Ellos temen a lo que no entienden
No quiero tener que hacerles daño
No es mi propósito hacerles daño
Todo lo contrario
No quiero abrirme paso entre antorchas y picas
No quiero asesinar inocentes, que no son más que ignorantes
Más no dejare que me atrapen,
No al menos mientras esté vivo
Tendrán que atravesarme más de cien veces antes de que yo sea vencido
Pero vencido nunca seré, pues así como he de morir, He de reencarnar
Y la historia posiblemente se repita
Hasta que las estrellas caigan del cielo


Este "poema" por así llamarlo, tiene más de doscientos años
Ha permanecido en mi familia desde que se escribió, el idioma
Original, era latín